El tango nos sorprende

El tango nos sorprende por su magia, por su encanto, por su sensualidad y además nos conecta con nuestra cultura y nuestros abuelos.  Nos da la posibilidad también,  de expandir a nuestro entorno sus efectos terapéuticos, sensibilizadores, energizantes y a través del baile mejorar la calidad de nuestras relaciones humanas.

En la Avalancha Tanguera nos juntamos un grupo de personas de diversas procedencias y  edades, para "darnos permiso" de sentir y transmitir “la magia del tango”. Esa magia tiene la virtud de movilizar los sentimientos de la gente que lo practica y por eso involucra emociones muy fuertes. Al haber vivido la experiencia nos surge el deseo, las ganas, casi la necesidad de compartir esta experiencia con otros y expandirlo en los lugares que frecuentamos.

Al bailarse en pareja, nos conectamos con nuestra sensualidad, crecemos en el respeto al otro y aprendemos a ubicarnos en su lugar  para adecuar nuestros ritmos, nuestras sensibilidades, nuestros pasos y para que de dos personas que quizás apenas se conozcan logremos una sola y armónica danza. Si a esto le agregamos que rotamos normalmente las parejas, las relaciones muy estrechas que se generan y los sentimientos compartidos se extienden a todo el grupo que lo practica.

La mayoría de los que hemos vivido esta experiencia, hemos notado cambios en nuestro interior: una posibilidad mayor de conectarnos con nuestros sentimientos y de expresarlos, un desarrollo creciente de nuestra comunicación tanto en el grupo como fuera de él y un crecimiento de la "escucha" en cuanto a lo que los otros nos transmiten.

De cierta manera vamos en contra de la corriente de una sociedad que genera la desconfianza hacia el otro, que multiplica el miedo a nuestros propios vecinos, que estimula la competencia y que fomenta el individualismo, la superficialidad y la falta de respeto.